Instituto Pedagógico de Caracas
Coordinación General de Estudios de Postgrado
Subprograma de Especialización y Maestría en Lectura y Escritura
Curso: Teoría de la Lectura y la Escritura
Licenciado Francisco José Bolet
Cohorte: III – 2009
El docente como mediador en la enseñanza de la lectura
Sin embargo la lectura tiene una arista que pocas veces la educación formal considera: el goce de leer por leer, por esta razón, el docente que intenta la enseñanza de la lectura debe tener en consideración que hay que acercar a los niños a este conocimiento pero que implique disfrute, sentar las bases para que el estudiante logre apropiarse de un proceso que no solo será de beneficio para su actividad escolar, sino como vía de escape para un mundo nuevo. El aprendizaje de la lectura y la escritura tiene su fundamento en la realidad de cada individuo, aunado a este aspecto se debe considerar al maestro y cómo puede influir en está apropiación.
La decodificación de la lengua escrita depende de cómo sea apropiada, desde qué realidad y cómo se maneje el código en ese contexto. En las escuelas públicas, una gran mayoría, de los estudiantes se encuentra inmersa en ambientes muy desalentadores: falta de recursos, estructuras deterioradas, situaciones de riesgo, docentes sin ánimo de enseñar y carentes de información teórica, entre otras cosas. Por consiguiente, se hace urgente que la escuela, y sus actores, dejen de formar sólo para el desciframiento del código escrito. Es necesario que el docente se convenza de dar funcionalidad social a la lectura.
El rol del docente como mediador y promotor de lectura es un punto de apoyo durante el proceso de la enseñanza y adquisición de lectura como actividad que permita el goce y el conocimiento de mundo, pero no es la solución que permitirá erradicar totalmente lo que desde tiempos remotos la escuela ha promovido: leer para evaluar y no para disfrutar. Es largo el camino para llegar al uso de la lectura como acción que implica disfrute. Es decir, los docentes están al tanto de la falta de interés que demuestran los estudiantes para con la lectura, lo que muchos ignoran es que en la medida que ellos se formen, entonces serán parte de la solución, la formación docente es la puerta para que en la escuela se inicie el cambio de la concepción de la didáctica en materia de iniciación de la lectura, actualmente la educación formal está produciendo alumnos comunicacionalmente incompetentes (Campos, año 1987), dicho de otra manera, analfabetas funcionales. Hay que tener siempre presente que no todos están llamados a ser letrados (Cassany, año 2009), pero sí: usuarios adecuados en el uso de la lengua y sus dos formas oral y escrita.
La enseñanza de la lectura y la escritura tiene un principio formal, que se sustenta en la realidad, en los conocimientos previos que permitirán al lector construir un significado nuevo, es decir, tendrá la eventualidad de comprender un texto. Y esta nueva información formará parte, a su vez, de sus conocimientos previos para utilizarlos cuando una nueva situación lo requiera. Es posible que el docente inicie en la escuela el proceso, y que durante todo el periodo de escolaridad se desarrolle y fortalezca, está llamado a ser un mediador, un punto de apoyo para que el niño aprendiz, se aprehenda de herramientas que permitirán desarrollar instrumentos de valor para la formación integral del ser humano, pero no está solo. Hay una institución en la que se desarrolla su labor y en ese espacio formal deben operar para crear experiencias que no alejen la lectura de su verdadera finalidad: dar al alumno herramientas que le permitirán estar actualizado en el presente, reflexionar sobre el pasado e inferir sobre el futuro. Una vez abierta la puerta de inicio, el fin se aleja más.
La escuela y sus docentes deben tener presente que la lectura junto con la escritura forman un binomio de importancia para la formación integral del individuo y esa función debe ser el norte, pues si ambos procesos se enseñan con solo una intención escolar se vicia su verdadera función. Leer y escribir no es el fin en sí mismo, es la vía o medio que serán valorados según el uso al que sean sometidos. La enseñanza de la lectura debe ser considerada un asunto serio y hasta ético, por la implicación social que tiene.
La escuela en su totalidad, tiene un compromiso con la sociedad y es este el principio del que debe ocuparse: de la formación integral del ser humano. Tiene la obligación (o al menos es el deber ser) de proporcionar herramientas para que los usuarios adquieran conocimiento y poder acercarse a la creación de una teoría del mundo que le rodea. Así mismo tiene que ser mediadora entre sus integrantes para el desarrollo y aprehensión de la lectura como fuente de sabiduría para el goce y no como cuestión estrictamente evaluativa.
El docente tiene que ser mediador, orientador y un maestro que facilite de manera formal en la escuela, el proceso de aprendizaje de la lectura para mostrar caminos, y desde este rol no olvidar que el objetivo fundamental de la lectura es la comprensión de lo leído, teniendo en cuenta que este hecho requiere ejercicio permanente y atención esmerada por parte de los estudiantes inmersos en el proceso de escolaridad, amén del refuerzo en el hogar.
El maestro debe ser ejemplo, tener textos siempre accesibles en el aula, sin ningún tipo de discriminación, permitir que el alumno pregunte, se cuestione, educar desde el niño, su realidad, su edad, no perder de vista que cada alumno tiene un proceso de aprendizaje lector diferente y que por ello el cómo se va apropiando de las habilidades de lectura, no obedece a una cuestión colectiva. Cada docente tiene la obligación de responder a los intereses y necesidades de cada edad y tratar de no alejarse del contexto en el que su estudiante vive. Acercar a los estudiantes desde el afecto, mostrar que la lectura es la vía para conocer y creer en un mundo posible.
La lectura es un proceso que una vez adquirido y desarrollado, puede generar conocimiento y por eso se adquiere de manera individual, es decir a un paso que será determinado por el propio interés de cada estudiante, por ello el docente mediador tiene que tener en cuenta las individualidades no el grupo, un conjunto de alumnos no aprende al mismo ritmo, cada uno marca su propio camino, según su caminar.
Finalmente la profesión docente debe pasar por una revisión desde sus bases y ser replanteada, aspectos como la vocación y el servicio tienen que ser considerados, las casas de estudios superiores donde se forman profesores, junto con el Estado, tienen que plantearse un docente nuevo con un perfil que se adapte a la realidad del país, tenemos que darnos cuenta que la escuela está fallando en materia de enseñanza de la lectura, y también hay que considerar que la Universidad falló primero, por ello también tiene su cuota de responsabilidad. La formación docente tiene que ser incentivada desde los empleadores, públicos y/o privados, en el área de la educación con fin de que los maestros crezcan en vocación y conocimiento. Mantener contacto con ellos en las aulas, supervisar, acompañar sus métodos. También hacer prevalecer el deseo de ayudar a los estudiantes con la enseñanza de la lectura y la escritura, que sea su motivo. En la formación y actualización docente empieza el camino de la escuela nueva.
Referencias
a) Avilán Díaz, A. (2005). Comprensión de lectura. Brújula escolar. Año 1 No 21. Caracas.
b) Cassany, D. (2009). Para ser letrados. Voces y miradas sobre la escritura (comp). Barcelona: Paidós.
c) Campos, E. (1987) gramática textual y enseñanza de la lengua. Revista de Lingüística. IUPEB. Barquisimeto.
d) Cossettini, O. (1961). El lenguaje y la escritura en primer grado. Buenos Aires: EUDEBA.
e) Dos Santos, N. (2005). La lectura emocional. Brújula escolar. Año 1 No 21. Caracas.
f) Fraca de Barrera, L. (1998). De la naturaleza de la lengua escrita. Letras 54-55. Caracas: Instituto Pedagógico de Caracas.
g) Lerner, D. (1994). Capacitación en servicio y cambios en la propuesta didáctica vigente. Lectura y Vida. Año 1. No 3. Buenos Aires.
h) Peña, J. (2005). Una experiencia de lectura y escritura en el aula. Brújula escolar. Año 1. No 20. Caracas.
i) Sánchez, B. (1972). Lectura. Diagnostico enseñanza y recuperación. Buenos Aires: Kapelusz.